HISTORIA
DE UNA RECONSTRUCCIÓN
Manuel Siurana
Roglán
En el programa de fiestas
del año 2000 José Orona Foz escribió un artículo
titulado "Historia de una demolición. Valderrobres 1859-1877".
Hoy, con un placer innegable podemos parafrasear el título y
cerrar, a su vez, el círculo que yo mismo abrí en mi artículo
publicado en el programa de 2004, titulado "Los intentos de reconstrucción
en la iglesia de Valderrobres".
A quienes solemos rebuscar
nuestra historia entre los papeles antiguos, nos conmueve el celo que
algunas personas tuvieron en dejar escrita para la posteridad la relación
de determinados hechos que con el tiempo han adquirido tintes históricos.
A veces una sola frase, en ocasiones un párrafo entero y las
menos de las veces una página en una breve carta o reseña.
Sin querer ser pretencioso, en este artículo quisiera dejar constancia
detallada del proceso de reconstrucción de la iglesia de Valderrobres,
con sus altos y bajos, de principio a fin.
PROLEGÓMENOS
En el verano de 2003 tuve la ocasión de publicar el libro "Guía
interpretativa de la iglesia y del castillo de Valderrobres", a
cuya presentación acudieron algunos amigos del CESBA que lamentaron
el estado de deterioro en el que se encontraba nuestra iglesia. Insatisfacción
compartida desde hacía tiempo de forma más o menos explícita
por la mayoría de valderrobrenses que veían crecer las
higueras y las malas hierbas de manera inversamente proporcional a la
conservación de los sillares.
Parecía que había
llegado la hora de tomar cartas en el asunto y así se hizo. Ese
verano fue intenso, se sucedieron los contactos entre distintas personas
que siempre, de manera informal, habían mostrado cierta sensibilidad
por los temas patrimoniales y se sondeó al entonces alcalde Julián
Godes y a los curas José Antonio Calvo y David Marta, al objeto
de valorar su receptividad. El día 8 de septiembre se celebró
la primera reunión formal de la que entonces bautizamos como
"Plataforma Ciudadana para la reconstrucción de la iglesia
parroquial de Valderrobres", asistiendo Isaías Estecha,
Joaquín Gil, Carmelo López, Carlos Segurana y Manuel Siurana.
En la citada reunión se acordó integrar en ella a los
curas del pueblo y ampliar el grupo a más personas, si bien algunas
significativas decidieron no participar inicialmente en el proyecto.
Así, a la siguiente reunión, celebrada el 27 de septiembre,
asistieron también David Marta y Nacho Lanceta, acordándose
la creación de una Asociación Cultural como vehículo
para lograr la restauración del templo. El 18 de octubre hubo
una tercera reunión a la que se incorporó Antonio Segura
y en ella vio la luz la Asociación Cultural para la Recuperación
del Patrimonio de Valderrobres (REPAVALDE), redactándose los
estatutos, eligiendo una Junta Directiva e iniciándose los trámites
de legalización, que estuvieron finalizados antes de acabar el
año.
La Asociación se dio
a conocer públicamente en los primeros días del año
2004 a través de una nota de prensa y de un manifiesto que tuvo
amplio eco en los medios de comunicación autonómicos.
El día 3 de enero se celebró una Asamblea de presentación,
a la que asistieron 67 personas, que fueron informadas de los objetivos
que tenía la asociación e invitadas a inscribirse como
socios.
COMIENZAN LAS NEGOCIACIONES
Con la Asociación creada, había llegado el momento de
iniciar los contactos para restaurar la iglesia. Esos primeros pasos
se dieron durante la primera mitad de 2004:
El 20 de febrero la Asociación
mantuvo una maratoniana reunión con el alcalde (Julián
Godes) y el concejal de cultura (Carlos Fontanet) del Ayuntamiento de
Valderrobres, en la que se constató la coincidencia de fines
y se acordó la unificación de esfuerzos y de estrategias
para lograr nuestro objetivo. Poco después, en Semana Santa,
se inició una campaña de recogida de firmas de apoyo a
la restauración en la que colaboraron la mayor parte de los establecimientos
comerciales de Valderrobres y otras muchas personas y se persiguió
la concienciación ciudadana a todos los niveles. Así,
a los niños y niñas se les hicieron visitas guiadas a
la iglesia durante los primeros días de la semana, a los adolescentes
el miércoles se les impartió una charla en el instituto
y para los adultos se celebró un acto institucional en el propio
templo el sábado 10 de abril, en el que se inició la recogida
oficial de firmas.
El 6 de abril, Julián
Godes, Manuel Siurana, Joaquín Gil, Isaías Estecha y David
Marta mantuvimos varias reuniones con representantes de las instituciones
aragonesas, siendo la más fructífera la celebrada con
el Director General de Patrimonio del Gobierno de Aragón, don
Jaime Vicente Redón, quien se comprometió a hacer todo
lo posible para defender la realización de las obras, aconsejando
que se preparase un anteproyecto que sirviera para conocer el coste
aproximado de la restauración, a la vez que pidió que
fuera la Asociación REPAVALDE la que negociara con la Diócesis
de Zaragoza para que se sumara al proyecto. También se comentó
que la posible distribución de gastos sería 60 % (Gobierno
de Aragón), 30 % (Diócesis de Zaragoza) y 10 % (Ayuntamiento).
Así mismo, el Director General consideró que la iniciativa
que habíamos tomado para recoger firmas era muy positiva y que
sería conveniente que se presentaran ante las Cortes de Aragón
para que éstas tramitaran una Proposición No de Ley.
La siguiente reunión
tuvo como interlocutor al Director General de Turismo del Gobierno de
Aragón, don Benito Ros, que nos indicó que su Departamento
no podría intervenir en las obras, pero sí en la futura
iluminación exterior del templo. En esta conversación
nuestra Asociación sugirió la posibilidad de que en nuestro
pueblo se ubicara un centro de interpretación del arte gótico,
dado el enorme valor que el conjunto formado por la iglesia y el castillo
tiene para el conjunto del gótico aragonés, pero desgraciadamente
la idea, bien recibida por el Director General, fue aprovechada meses
más tarde por el Departamento de Turismo de la Comarca del Matarraña
para crear el Centro de Interpretación de Peñarroya, a
años luz de lo que hubiera podido crearse en Valderrobres.
No terminaron aquí
las reuniones de ese día, ya que, con gran celeridad, nuestro
alcalde concertó una entrevista con la diputada del Partido Aragonés,
doña María Herrero, que nos atendió con sumo interés,
comprometiéndose a tramitar la Proposición No de Ley ante
las Cortes de Aragón, una vez que yo mismo le remitiera toda
la información pertinente, como así hice en los siguientes
días.
El día 13 de mayo
el proyecto de restauración de la iglesia recibió su primer
golpe, cuando don Domingo Buesa, Presidente de la Comisión de
Patrimonio Cultural del Arzobispado de Zaragoza, nos remitió
una carta de contestación a otra anterior que le habíamos
enviado, diciendo textualmente que "en cuanto al objetivo de su
asociación de impulsar la reconstrucción de la parte derruida
de la iglesia parroquial de Valderrobres, me permito recordarle, por
indicación de los técnicos de la Comisión, que
la legislación vigente prohíbe la reconstrucción
de las partes perdidas en este tipo de edificios...". A pesar de
ello, el 26 de mayo, Julián Godes, Manuel Siurana, Joaquín
Gil, Carlos Segurana y David Marta volvimos a Zaragoza para entablar
nuevos contactos institucionales, el primero de ellos con el entonces
vicario de Asuntos Económicos de la Diócesis de Zaragoza,
don José Sebastián, y con el Ecónomo, don Pedro
María Sánchez, quienes, en un primer momento, siguiendo
las directrices de la carta antes citada, se mostraron en contra de
la recuperación del tercer tramo y a favor del saneamiento futuro
("cuando hubiera presupuesto") de la zona útil del
edificio. Afortunadamente, con el transcurso de la reunión y
tras los argumentos que esgrimimos ante ellos, nuestros interlocutores
fueron matizando su opinión hasta aceptar el establecimiento
de un diálogo y posterior negociación que pudiera desembocar
en la firma de un convenio con las administraciones públicas.
Ese mismo día fuimos
recibidos por el Coordinador de Relaciones Externas del Gabinete de
Presidencia de las Cortes de Aragón, don José María
Gimeno Lahoz, a quien presentamos diversos documentos y las 7.154 firmas
de apoyo a la restauración del templo que se habían recogido
en poco más de un mes.
Por la tarde, los miembros
de la REPAVALDE mantuvimos reuniones informativas por separado con representantes
de todos los grupos políticos de las Cortes de Aragón:
doña María Herrero (PAR), doña Maite Pérez
(PSOE), don José María Moreno (PP) y doña Nieves
Ibeas (CHA). Estas reuniones fueron posibles gracias a la intermediación
de los representantes de dichos partidos en Valderrobres (Julián
Godes, Pedro José Sauras, Carlos Boné e Iñaqui
Belanche). También establecimos un contacto epistolar con el
único diputado de IU, Adolfo Barreda. En todos los casos la complicidad
de los interlocutores con nuestro proyecto fue muy elevada, comprometiéndose
a apoyar la Proposición No de Ley, que ya había sido presentada
ante la Mesa de las Cortes por el Portavoz del PAR, don Javier Allué,
y que fue aprobada por unanimidad el día 26 de mayo.
Paralelamente a los contactos
institucionales, nos dirigimos al Archivo General de la Administración,
en Alcalá de Henares, para conseguir el antiguo proyecto de obras
de restauración de la iglesia, que había quedado interrumpido
en 1971. Recibido el proyecto fechado en 1968 (por una valor de 3.100.000
pesetas), se pudo comprobar que no era de ninguna utilidad para los
tiempos actuales y que, de su información, se deducían
muy pocas conclusiones aprovechables. A su vez, el Ayuntamiento encargó
al arquitecto municipal, don Luis Ángel Moreno la elaboración
de una Memoria valorada de las obras de restauración de la iglesia,
en cuya confección de la parte descriptiva tuve la oportunidad
de colaborar.
En el mes de octubre de 2004
la visita a Ráfales de un alto representante de la Comunidad
Autónoma fue aprovechada, con buena voluntad, por una persona
muy interesada en la reconstrucción de nuestro templo para en
un aparte solicitar a dicho político la reconstrucción
de la iglesia parroquial, indicando éste que eso "estaba
hecho" y que se le remitiera la documentación para "tramitarlo
directamente fuera del conducto reglamentario". Esta acción
bienintencionada fue imprudente y causó la alarma y el recelo
en el Departamento de Cultura del Gobierno de Aragón con quien
hubo que templar gaitas en las últimas semanas del citado año,
fechas en las que ya fue terminada la memoria valorada de las obras,
que el Ayuntamiento remitió a la Dirección General de
Patrimonio para su estudio.
SE PERFILAN LAS POSICIONES
El 4 de enero de 2005 Pedro José Sauras y Carlos Fontanet, en
representación del Ayuntamiento, y Manuel Siurana y Joaquín
Gil, en representación de REPAVALDE, acudimos a una reunión
con el Director General de Patrimonio, en la que se nos informó
de que dicho Departamento había negociado con Ibercaja su participación
en la financiación de las obras, concediendo inicialmente la
cantidad de 100.000 €, que podrían ampliarse en ejercicios
sucesivos. Con el coste aproximado de la obra sobre la mesa (alrededor
de un millón doscientos mil euros), según los nuevos criterios
del Gobierno de Aragón, la Diócesis de Zaragoza debería
hacerse cargo de manera ineludible del 33,3 % del presupuesto total,
encargando a nuestra Asociación la negociación con el
episcopado para obtener su participación. Así mismo se
nos indicó que los técnicos del Departamento ya estaban
estudiando la memoria valorada y que, siguiendo los criterios actuales
sobre restauración, desaconsejaban la reconstrucción mimética
del edificio, proponiendo que la zona restaurada se diferenciara claramente
de la original, lo cual provocó serias objeciones por nuestra
parte, quedando de acuerdo en estudiar detenidamente el tema.
Al hilo de lo tratado en
la reunión de enero, el 22 de febrero David Marta, Joaquín
Gil, Manuel Siurana, Carlos Segurana y José Orona asistimos a
una nueva reunión con los antes citados vicario de asuntos económicos
y ecónomo de la Diócesis de Zaragoza. La reunión
transcurrió con un talante más receptivo por parte de
los representantes del arzobispado, a quienes trasladamos la propuesta
de la Dirección General de Patrimonio, consistente en la aportación
de tres partes iguales (33,3 %) a cargo del Gobierno de Aragón,
el Ayuntamiento y la Diócesis. Los representantes del arzobispado
defendieron una nueva propuesta en la que las partes serían cuatro
(25 %) con la inclusión de Ibercaja, que sería una parte
más y no se incluiría en la parte que debería pagar
el Gobierno de Aragón, pidiendo que nuestra Asociación
trasladase dicha propuesta al Director General de Patrimonio y que,
si era aceptada, se les remitiera un borrador de convenio que recogiera
el coste total, los porcentajes de participación, las fases de
las obras y demás condiciones. A los pocos días, por correo,
trasladamos esta información al Director General de Patrimonio.
Como consecuencia de la reunión
del día 4 de enero, la Junta Directiva de nuestra Asociación
acordó elevar a nuestra Asamblea de Socios, celebrada el 24 de
marzo, una propuesta de aprobación de un texto solicitando a
la Dirección General de Patrimonio que la reconstrucción
del templo fuera mimética, evitándose en lo posible actuaciones
que pudieran desentonar en el contexto urbanístico de Valderrobres
y en el edificio. El texto, una vez aprobado, fue remitido al Gobierno
de Aragón. Iniciándose una etapa de incomunicación
que se solventó el día 31 de mayo, en que mantuve una
reunión personal en Zaragoza con don Jaime Vicente y con el Jefe
de Servicio de Bienes Inmuebles, don Vicente Domingo, dándose
un nuevo impulso al proyecto, al alcanzarse los siguientes acuerdos:
a) la reconstrucción sería mimética, porque el
edificio ya se había comenzado a reconstruir años atrás
y para evitar el impacto en el entorno; b) el proyecto de obras sería
encargado al arquitecto don Luis Ángel Moreno, autor de la memoria
valorada; c) el Gobierno de Aragón aceptaba la propuesta de la
Diócesis de Zaragoza y se comprometía a aportar el 50
% del coste de las obras (del que descontarían las ayudas privadas
que pudieran obtener, incluida Ibercaja), mientras que el Ayuntamiento
y la Diócesis aportarían el 25 % cada uno; d) dentro de
su parte, el Ayuntamiento pagaría los costes de la redacción
del proyecto de obras (inicialmente 42.000 €), que debería
redactarse lo antes posible; e) y nuestra Asociación debería
comunicar a la Diócesis y al Ayuntamiento que les tocaría
aportar unos 300.000 € a cada uno y que si, antes de seguir, estaban
dispuestos y podían afrontar estos gastos.
El 4 de junio de 2005 la
Junta de REPAVALDE celebró una reunión con Julián
Godes y con Carlos Fontanet, en la que se les transmitieron los términos
de la reunión mantenida con el Director General de Patrimonio.
Los representantes del Ayuntamiento aceptaron las propuestas y en concreto
aseguraron que el Municipio se haría cargo de los costes del
proyecto de obras y que el resto del dinero hasta completar los 300.000
€ lo conseguirían de una u otra forma, a través de
otras ayudas, al objeto de no gravar las arcas municipales. Por nuestra
parte comunicamos al resto de las partes (incluidos todos los grupos
municipales) los acuerdos alcanzados y a los pocos días la Dirección
General de Patrimonio remitió un borrador de protocolo de acuerdo
para su estudio y firma.
El 24 de junio de 2005 la
Diócesis de Zaragoza daba su visto bueno y el Consejo Diocesano
para Asuntos Económicos acordó autorizar las obras de
reconstrucción de la iglesia parroquial, posponiendo la decisión
definitiva a la redacción y firma de un convenio, en el que se
indicara el coste real del proyecto, la distribución del gasto
y la forma de pago, rechazando, por tanto, la firma de un protocolo
previo.
El 16 de julio de 2005 me
reuní de nuevo con el Director General de Patrimonio del Gobierno
de Aragón, a quien transmití el acuerdo alcanzado por
el Consejo Diocesano, quedando de acuerdo en anular el protocolo y posponer
la firma de un convenio hasta que la redacción definitiva del
proyecto de obras permitiera conocer con exactitud todos sus extremos.
Además el Director General, visiblemente molesto con los representantes
municipales por una visita a Valderrobres no atendida, inquirió
para que el proyecto se redactara con urgencia, ya que, en los presupuesto
de 2006, ya contaba con 300.000 € para las obras. En los días
siguientes mantuvimos reuniones con todos los grupos políticos
del Ayuntamiento de Valderrobres para hacerles llegar la información
transmitida por el Director General y limar algunas reticencias surgidas
desde el grupo municipal del PSOE. A principios de agosto la Corporación
Municipal, de manera oficial, encargó el proyecto de obras al
arquitecto.
En ese verano fue cuando
don Manuel Ureña fue nombrado arzobispo de Zaragoza y, de manera
inmediata, el 29 de agosto, nos recibió en Zaragoza a José
Orona, David Marta y a mí mismo. El arzobispo comprometió
su palabra para hacer posible la reconstrucción del templo, aportando
300.000 €, y aceptó la invitación para visitar Valderrobres
el día 17 de septiembre por la tarde, visita que fue muy fructífera
puesto que el prelado pudo observar directamente el estado en el que
se encontraba el templo y se reafirmó públicamente en
su colaboración.
El 28 de noviembre de 2005
el arquitecto presentó el proyecto de reconstrucción del
templo, cuyo presupuesto ascendía a 1.267.489,87 €. El proyecto,
analizado por la Junta Directiva de REPAVALDE, que lo valoró
de manera muy positiva, pasó a la Dirección General de
Patrimonio, donde durante el mes de diciembre fue estudiado de forma
concienzuda por el arquitecto don Félix de los Ríos, que
lo consideró excesivamente agresivo para el edificio, proponiendo
algunas modificaciones, todo lo cual, provocó que el convenio
no pudiera firmarse a tiempo para que las obras pudieran incluirse en
los presupuestos del año 2006. El 1 de febrero de 2006, Joaquín
Gil y yo mismo nos reunimos en Zaragoza con don Félix de los
Ríos y conseguimos que rebajara sus objeciones y el día
7, tras una reunión con el arquitecto, la DGA aceptó darle
el visto bueno sin ninguna modificación. El 28 de marzo el proyecto
llegó a la Comisión Provincial de Teruel, que introdujo
dos modificaciones: una de carácter técnico sobre las
terminaciones de las cornisas y otra de oposición a la apertura
de un rosetón en el lado sur del tercer tramo, ya que no se disponía
de ningún documento que atestiguara su presencia. Con estas objeciones
se procedió al visado, que no se efectuó hasta que, en
el mes de junio, el Ayuntamiento depositó los 60.000 € correspondientes
a los honorarios de la dirección técnica. Este retraso
fue debido a las negociaciones que estuvo realizando el alcalde Julián
Godes con la vicepresidencia del Gobierno de Aragón para conseguir
los fondos correspondientes a su parte en el convenio; negociación
en la que también fue decisiva la mediación del arzobispo
de Zaragoza.
SE EJECUTAN LAS OBRAS
Con este camino despejado, la Dirección General de Patrimonio
del Gobierno de Aragón remitió a las partes un borrador
de convenio, en el que, entre otras cosas, se establecía que
las obras se realizarían de una sola vez con un coste máximo
de 1.300.000 €, repartido de la siguiente manera:
Patrimonio DGA: 33,77 % 439.056 EU.
Dpto. Presidencia DGA: 18,46 % 240.000 EU.
Ibercaja: 21,50 % 279.500 EU.
Ayuntamiento: 4,77 % 61.944 EU.
Diócesis: 21,50 % 279.500 EU.
Las cantidades atribuidas
se cargaron a los presupuestos de 2005-06-07-08. En el caso concreto
de la Diócesis y Dirección General de Patrimonio de la
DGA a los presupuestos de 2007 y 2008 y en el caso del Departamento
de Presidencia a los presupuestos de 2006. La cantidad atribuida al
Ayuntamiento correspondió al pago del proyecto de obras. Esta
cantidad se gastó de la subvención concedida por el Instituto
Aragonés de Fomento para el arreglo del entorno de la iglesia
y el castillo (que en total ascendía a 170.000 EU). La firma
del convenio fue aprobada por el pleno del Ayuntamiento de Valderrobres
del día 18 de julio y en la misma fecha también lo aprobó
el Gobierno de Aragón.
El 8 de septiembre se publicó
en el Boletín Oficial de Aragón la convocatoria de licitación
de obras y el 10 de noviembre se adjudicaron a la empresa de Castellón
"Estudio de Métodos de la Restauración de Bienes
Inmuebles Histórico-Artístico" por un importe de
1.112.523,29 €.
Las obras comenzaron durante
el mes de marzo de 2007. En primer lugar se procedió a desescombrar
el tercer tramo y seguidamente se continuó desmontando el muro
de separación que se había levantado en el siglo XIX,
con el objetivo de poder reaprovechar las piedras que lo formaban. Una
vez derruido se separaron los bloques según su uso (losas, tejas
de piedra, elementos ornamentales, piedras talladas de arcos, bloques
de relleno...). También se realizaron catas geotécnicas
con el fin de comprobar la solidez del subsuelo y se levantaron todos
los tejados. Las obras contemplaron dos aspectos básicos: las
labores especializadas y las tareas de albañilería. La
parte especializada corrió a cargo de un equipo de picapedreros
y técnicos, cuya tarea fue tallar las piedras para su encaje
en el edificio y la limpieza cuidadosa de los elementos ornamentales.
La albañilería la ejecutaron un grupo de obreros, que
estuvieron trabajando básicamente en los tejados y en la limpieza
de los muros. También intervino una empresa especializada en
la colocación de andamios. En las cubiertas se levantaron los
diversos tipos de tejas que se habían añadido, se sanearon
los desagües y se colocaron diversas capas de protección
para evitar humedades y vegetación, depositando sobre el hormigón
las losas de nueva fabricación (en la nave) o las viejas (en
las capillas). También se levantó y saneó todo
el tejado de la sacristía, volviendo a colocar otra vez las primitivas
tejas de arcilla y se adecentó y cerró con una claraboya
el acceso desde la escalera de la tribuna al tejado, permitiendo la
entrada de la luz natural.
En el campanario se quitó
la caseta del reloj, que había sido construida hace unos cien
años, se saneó la terraza y se restituyeron algunas almenas,
se cerraron todos los accesos a las aves y se recuperó el reloj
de sol. En el tercer tramo se levantaron los muros, las bóvedas
y la plementería, se cubrió sobre un cielo raso y se abrió
un nuevo rosetón. Por el exterior se excavó un pozo y
se instaló una bomba de agua para eliminar automáticamente
las humedades del lado norte. El plazo previsto de ejecución
de las obras era de 18 meses, pero se prolongaron casi dos años.
Durante las obras surgieron
algunos problemas que fueron resueltos gracias al trabajo en equipo
de la empresa adjudicataria, del arquitecto Luis Ángel Moreno,
que hizo un seguimiento semanal de las obras, del aparejador José
María Coronas, que casi cada día visitó el edificio
y del arquitecto de la Dirección General de Patrimonio, Félix
de los Ríos, que defendió el proyecto como si fuera propio.
De todos los conflictos surgidos conviene que quede memoria de dos:
a) A finales de 2007, el alcalde de Valderrobres, Carlos Boné,
consiguió que la Diputación Provincial de Teruel, dentro
de los fondos que destina a obras en las iglesias de la provincia que
pertenecen a la Diócesis de Zaragoza, presupuestara 36.000 €
para la sustitución con vidrieras de colores el alabastro de
los rosetones y ventanas de la iglesia, pero la decisión fue
vetada por la Vicaría de Asuntos Económicos de la Diócesis,
aduciendo que el templo de Valderrobres ya había recibido una
gran cantidad de fondos para su restauración.
b) Durante el verano de 2008, cuando había que cerrar los muros
del tercer tramo, la Comisión Provincial de Patrimonio continuaba
oponiéndose a la apertura de un rosetón en el lado Sur,
pese a la opinión del arquitecto, del aparejador, de los técnicos
de la empresa constructora y del propio arquitecto de la DGA, por lo
que en representación de la Asociación REPAVALDE les remití
un escrito en el que, en base a motivos artísticos, estilísticos,
históricos e incluso arqueológicos, defendía la
apertura de dicho rosetón, que finalmente fue ejecutado, aunque
sin tracería, por no haber de momento (sigo buscando información
en diversos archivos) constancia fidedigna de la que pudieran tener
originalmente.
SE INAUGURA EL TEMPLO
Como hemos visto en los primeros párrafos de este largo artículo,
las relaciones entre el poder civil y el poder eclesiástico no
eran todo lo fluidas que deberían cuando, de lo que se trataba
era de intereses comunes. Esas desavenencias florecieron de nuevo con
motivo de la inauguración de las obras, ya que el Departamento
de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón
y la Diócesis de Zaragoza, por separado y sin contar con las
otras partes, comenzaron a preparar los actos de inauguración
para diferentes fechas, el 4 de abril por un lado y el 7 del mismo mes
por otro. Finalmente con nuestra intermediación se consiguió
poner de acuerdo a las partes, aceptando unos la fecha de los otros
(día 7 de abril) y los otros el horario de los unos (19 horas),
eso sí reservándose en cada caso la organización
de su parte del acto: el Gobierno de Aragón el acto inaugural
oficial (discursos y concierto de la coral de Beceite) y la Diócesis
de Zaragoza la celebración eucarística (incluida la participación
de la coral de la parroquia), llamando poderosamente la atención
que a las 10 de la mañana del día 6 el arzobispo aún
no hubiera sido invitado oficialmente al acto civil.
Con el templo ya concluido,
debemos afirmar que el pueblo de Valderrobres se merecía la restauración.
Y al hablar del pueblo no me refiero tanto a los habitantes actuales
(que también) sino a los habitantes pretéritos, a los
que levantaron el templo con su esfuerzo pecuniario, con sus impuestos
y donaciones al señor temporal de su territorio, a aquellos que
año a año, siglo a siglo contribuyeron a mantenerlo en
pie y a mejorarlo según los gustos de cada época y por
último a aquellos otros que vieron impotentes como el edificio
se deterioraba hasta ser derruido con la ilusoria idea de su inmediata
reconstrucción. También recuerdo a esos otros, con los
vicarios de turno a la cabeza, que tramitaron inútiles expedientes
y solicitudes para devolverlo a su aspecto anterior. Todos ellos juntos
y en común unión, representados por los valderrobrenses
de ahora, estuvieron en la iglesia a la hora de la inauguración.
El pueblo, como conjunto
de individuos pasados y presentes, fue el protagonista de todo el proceso
y nuestros representantes políticos y eclesiásticos, como
administradores temporales de nuestros impuestos y donaciones tuvieron
el mérito (no siempre presente en todo tipo de autoridades) de
hacerse eco de la demanda popular, canalizada con más de 7.500
firmas, presentadas a la Diócesis y a los representantes de la
soberanía popular en las Cortes Autonómicas, que a través
de una Proposición No de Ley instaron al gobierno a ejecutar
la obra.
Pero, mirando hacia atrás,
debemos agradecer el respaldo que en todo momento prestaron los grupos
políticos presentes en nuestro Ayuntamiento (PAR, PP, PSOE, CHA)
y su mediación para lograr el apoyo de sus matrices (representadas
por doña María Herrero, don José María Moreno,
doña Maite Pérez y doña Nieves Ibeas) a la Proposición
No de Ley en las Cortes de Aragón. Es justo recordar el aliento
recibido del entonces equipo de gobierno municipal, encabezado por el
alcalde Julián Godes, el teniente de alcalde Pedro José
Sauras y el concejal de cultura Carlos Fontanet. Si el papel jugado
por doña María Herrero fue básico, tanto por la
acogida y por el cariño que nos dispensó, como por las
gestiones que realizó, es justo señalar que una gran parte
del mérito de lo realizado recae en el Director General de Patrimonio,
don Jaime Vicente, quien, además de avalar el proyecto desde
el primer día, nos orientó en los pasos a seguir para
hacerlo realidad y posibilitó la aportación de los fondos
sociales de Ibercaja. Ampliándose este reconocimiento a todo
el equipo de la Dirección General y de la Comisión Provincial
de Patrimonio, y en especial al arquitecto don Félix de los Ríos,
que en todo momento buscaron y apoyaron las alternativas restauradoras
más adecuadas. También debemos resaltar la buena disposición
y el entusiasmo de otras personas, como el Sr. Arzobispo de Zaragoza,
don Manuel Ureña, que apenas aterrizar en la Diócesis,
se apresuró a personarse en nuestro pueblo y se comprometió
a impulsar la obra y a aportar su parte del presupuesto; animando además
a don José Ángel Biel, vicepresidente del Gobierno de
Aragón, quien, a través de su Departamento, facilitó
los fondos que en un primer momento debía asumir (y no podía)
el Ayuntamiento de Valderrobres.
Sea para todos ellos y también
para los medios de comunicación, que actuaron como altavoz de
nuestras reivindicaciones, nuestro agradecimiento y el de los miles
de valderrobrenses que no pudieron ver en vida la recuperación
de un elemento esencial de nuestro patrimonio cultural.