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HISTORIA DE UNA RECONSTRUCCIÓN

Manuel Siurana Roglán

En el programa de fiestas del año 2000 José Orona Foz escribió un artículo titulado "Historia de una demolición. Valderrobres 1859-1877". Hoy, con un placer innegable podemos parafrasear el título y cerrar, a su vez, el círculo que yo mismo abrí en mi artículo publicado en el programa de 2004, titulado "Los intentos de reconstrucción en la iglesia de Valderrobres".

A quienes solemos rebuscar nuestra historia entre los papeles antiguos, nos conmueve el celo que algunas personas tuvieron en dejar escrita para la posteridad la relación de determinados hechos que con el tiempo han adquirido tintes históricos. A veces una sola frase, en ocasiones un párrafo entero y las menos de las veces una página en una breve carta o reseña. Sin querer ser pretencioso, en este artículo quisiera dejar constancia detallada del proceso de reconstrucción de la iglesia de Valderrobres, con sus altos y bajos, de principio a fin.

PROLEGÓMENOS
En el verano de 2003 tuve la ocasión de publicar el libro "Guía interpretativa de la iglesia y del castillo de Valderrobres", a cuya presentación acudieron algunos amigos del CESBA que lamentaron el estado de deterioro en el que se encontraba nuestra iglesia. Insatisfacción compartida desde hacía tiempo de forma más o menos explícita por la mayoría de valderrobrenses que veían crecer las higueras y las malas hierbas de manera inversamente proporcional a la conservación de los sillares.

Parecía que había llegado la hora de tomar cartas en el asunto y así se hizo. Ese verano fue intenso, se sucedieron los contactos entre distintas personas que siempre, de manera informal, habían mostrado cierta sensibilidad por los temas patrimoniales y se sondeó al entonces alcalde Julián Godes y a los curas José Antonio Calvo y David Marta, al objeto de valorar su receptividad. El día 8 de septiembre se celebró la primera reunión formal de la que entonces bautizamos como "Plataforma Ciudadana para la reconstrucción de la iglesia parroquial de Valderrobres", asistiendo Isaías Estecha, Joaquín Gil, Carmelo López, Carlos Segurana y Manuel Siurana. En la citada reunión se acordó integrar en ella a los curas del pueblo y ampliar el grupo a más personas, si bien algunas significativas decidieron no participar inicialmente en el proyecto. Así, a la siguiente reunión, celebrada el 27 de septiembre, asistieron también David Marta y Nacho Lanceta, acordándose la creación de una Asociación Cultural como vehículo para lograr la restauración del templo. El 18 de octubre hubo una tercera reunión a la que se incorporó Antonio Segura y en ella vio la luz la Asociación Cultural para la Recuperación del Patrimonio de Valderrobres (REPAVALDE), redactándose los estatutos, eligiendo una Junta Directiva e iniciándose los trámites de legalización, que estuvieron finalizados antes de acabar el año.

La Asociación se dio a conocer públicamente en los primeros días del año 2004 a través de una nota de prensa y de un manifiesto que tuvo amplio eco en los medios de comunicación autonómicos. El día 3 de enero se celebró una Asamblea de presentación, a la que asistieron 67 personas, que fueron informadas de los objetivos que tenía la asociación e invitadas a inscribirse como socios.

COMIENZAN LAS NEGOCIACIONES
Con la Asociación creada, había llegado el momento de iniciar los contactos para restaurar la iglesia. Esos primeros pasos se dieron durante la primera mitad de 2004:

El 20 de febrero la Asociación mantuvo una maratoniana reunión con el alcalde (Julián Godes) y el concejal de cultura (Carlos Fontanet) del Ayuntamiento de Valderrobres, en la que se constató la coincidencia de fines y se acordó la unificación de esfuerzos y de estrategias para lograr nuestro objetivo. Poco después, en Semana Santa, se inició una campaña de recogida de firmas de apoyo a la restauración en la que colaboraron la mayor parte de los establecimientos comerciales de Valderrobres y otras muchas personas y se persiguió la concienciación ciudadana a todos los niveles. Así, a los niños y niñas se les hicieron visitas guiadas a la iglesia durante los primeros días de la semana, a los adolescentes el miércoles se les impartió una charla en el instituto y para los adultos se celebró un acto institucional en el propio templo el sábado 10 de abril, en el que se inició la recogida oficial de firmas.

El 6 de abril, Julián Godes, Manuel Siurana, Joaquín Gil, Isaías Estecha y David Marta mantuvimos varias reuniones con representantes de las instituciones aragonesas, siendo la más fructífera la celebrada con el Director General de Patrimonio del Gobierno de Aragón, don Jaime Vicente Redón, quien se comprometió a hacer todo lo posible para defender la realización de las obras, aconsejando que se preparase un anteproyecto que sirviera para conocer el coste aproximado de la restauración, a la vez que pidió que fuera la Asociación REPAVALDE la que negociara con la Diócesis de Zaragoza para que se sumara al proyecto. También se comentó que la posible distribución de gastos sería 60 % (Gobierno de Aragón), 30 % (Diócesis de Zaragoza) y 10 % (Ayuntamiento). Así mismo, el Director General consideró que la iniciativa que habíamos tomado para recoger firmas era muy positiva y que sería conveniente que se presentaran ante las Cortes de Aragón para que éstas tramitaran una Proposición No de Ley.

La siguiente reunión tuvo como interlocutor al Director General de Turismo del Gobierno de Aragón, don Benito Ros, que nos indicó que su Departamento no podría intervenir en las obras, pero sí en la futura iluminación exterior del templo. En esta conversación nuestra Asociación sugirió la posibilidad de que en nuestro pueblo se ubicara un centro de interpretación del arte gótico, dado el enorme valor que el conjunto formado por la iglesia y el castillo tiene para el conjunto del gótico aragonés, pero desgraciadamente la idea, bien recibida por el Director General, fue aprovechada meses más tarde por el Departamento de Turismo de la Comarca del Matarraña para crear el Centro de Interpretación de Peñarroya, a años luz de lo que hubiera podido crearse en Valderrobres.

No terminaron aquí las reuniones de ese día, ya que, con gran celeridad, nuestro alcalde concertó una entrevista con la diputada del Partido Aragonés, doña María Herrero, que nos atendió con sumo interés, comprometiéndose a tramitar la Proposición No de Ley ante las Cortes de Aragón, una vez que yo mismo le remitiera toda la información pertinente, como así hice en los siguientes días.

El día 13 de mayo el proyecto de restauración de la iglesia recibió su primer golpe, cuando don Domingo Buesa, Presidente de la Comisión de Patrimonio Cultural del Arzobispado de Zaragoza, nos remitió una carta de contestación a otra anterior que le habíamos enviado, diciendo textualmente que "en cuanto al objetivo de su asociación de impulsar la reconstrucción de la parte derruida de la iglesia parroquial de Valderrobres, me permito recordarle, por indicación de los técnicos de la Comisión, que la legislación vigente prohíbe la reconstrucción de las partes perdidas en este tipo de edificios...". A pesar de ello, el 26 de mayo, Julián Godes, Manuel Siurana, Joaquín Gil, Carlos Segurana y David Marta volvimos a Zaragoza para entablar nuevos contactos institucionales, el primero de ellos con el entonces vicario de Asuntos Económicos de la Diócesis de Zaragoza, don José Sebastián, y con el Ecónomo, don Pedro María Sánchez, quienes, en un primer momento, siguiendo las directrices de la carta antes citada, se mostraron en contra de la recuperación del tercer tramo y a favor del saneamiento futuro ("cuando hubiera presupuesto") de la zona útil del edificio. Afortunadamente, con el transcurso de la reunión y tras los argumentos que esgrimimos ante ellos, nuestros interlocutores fueron matizando su opinión hasta aceptar el establecimiento de un diálogo y posterior negociación que pudiera desembocar en la firma de un convenio con las administraciones públicas.

Ese mismo día fuimos recibidos por el Coordinador de Relaciones Externas del Gabinete de Presidencia de las Cortes de Aragón, don José María Gimeno Lahoz, a quien presentamos diversos documentos y las 7.154 firmas de apoyo a la restauración del templo que se habían recogido en poco más de un mes.

Por la tarde, los miembros de la REPAVALDE mantuvimos reuniones informativas por separado con representantes de todos los grupos políticos de las Cortes de Aragón: doña María Herrero (PAR), doña Maite Pérez (PSOE), don José María Moreno (PP) y doña Nieves Ibeas (CHA). Estas reuniones fueron posibles gracias a la intermediación de los representantes de dichos partidos en Valderrobres (Julián Godes, Pedro José Sauras, Carlos Boné e Iñaqui Belanche). También establecimos un contacto epistolar con el único diputado de IU, Adolfo Barreda. En todos los casos la complicidad de los interlocutores con nuestro proyecto fue muy elevada, comprometiéndose a apoyar la Proposición No de Ley, que ya había sido presentada ante la Mesa de las Cortes por el Portavoz del PAR, don Javier Allué, y que fue aprobada por unanimidad el día 26 de mayo.

Paralelamente a los contactos institucionales, nos dirigimos al Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares, para conseguir el antiguo proyecto de obras de restauración de la iglesia, que había quedado interrumpido en 1971. Recibido el proyecto fechado en 1968 (por una valor de 3.100.000 pesetas), se pudo comprobar que no era de ninguna utilidad para los tiempos actuales y que, de su información, se deducían muy pocas conclusiones aprovechables. A su vez, el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal, don Luis Ángel Moreno la elaboración de una Memoria valorada de las obras de restauración de la iglesia, en cuya confección de la parte descriptiva tuve la oportunidad de colaborar.

En el mes de octubre de 2004 la visita a Ráfales de un alto representante de la Comunidad Autónoma fue aprovechada, con buena voluntad, por una persona muy interesada en la reconstrucción de nuestro templo para en un aparte solicitar a dicho político la reconstrucción de la iglesia parroquial, indicando éste que eso "estaba hecho" y que se le remitiera la documentación para "tramitarlo directamente fuera del conducto reglamentario". Esta acción bienintencionada fue imprudente y causó la alarma y el recelo en el Departamento de Cultura del Gobierno de Aragón con quien hubo que templar gaitas en las últimas semanas del citado año, fechas en las que ya fue terminada la memoria valorada de las obras, que el Ayuntamiento remitió a la Dirección General de Patrimonio para su estudio.

SE PERFILAN LAS POSICIONES
El 4 de enero de 2005 Pedro José Sauras y Carlos Fontanet, en representación del Ayuntamiento, y Manuel Siurana y Joaquín Gil, en representación de REPAVALDE, acudimos a una reunión con el Director General de Patrimonio, en la que se nos informó de que dicho Departamento había negociado con Ibercaja su participación en la financiación de las obras, concediendo inicialmente la cantidad de 100.000 €, que podrían ampliarse en ejercicios sucesivos. Con el coste aproximado de la obra sobre la mesa (alrededor de un millón doscientos mil euros), según los nuevos criterios del Gobierno de Aragón, la Diócesis de Zaragoza debería hacerse cargo de manera ineludible del 33,3 % del presupuesto total, encargando a nuestra Asociación la negociación con el episcopado para obtener su participación. Así mismo se nos indicó que los técnicos del Departamento ya estaban estudiando la memoria valorada y que, siguiendo los criterios actuales sobre restauración, desaconsejaban la reconstrucción mimética del edificio, proponiendo que la zona restaurada se diferenciara claramente de la original, lo cual provocó serias objeciones por nuestra parte, quedando de acuerdo en estudiar detenidamente el tema.

Al hilo de lo tratado en la reunión de enero, el 22 de febrero David Marta, Joaquín Gil, Manuel Siurana, Carlos Segurana y José Orona asistimos a una nueva reunión con los antes citados vicario de asuntos económicos y ecónomo de la Diócesis de Zaragoza. La reunión transcurrió con un talante más receptivo por parte de los representantes del arzobispado, a quienes trasladamos la propuesta de la Dirección General de Patrimonio, consistente en la aportación de tres partes iguales (33,3 %) a cargo del Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento y la Diócesis. Los representantes del arzobispado defendieron una nueva propuesta en la que las partes serían cuatro (25 %) con la inclusión de Ibercaja, que sería una parte más y no se incluiría en la parte que debería pagar el Gobierno de Aragón, pidiendo que nuestra Asociación trasladase dicha propuesta al Director General de Patrimonio y que, si era aceptada, se les remitiera un borrador de convenio que recogiera el coste total, los porcentajes de participación, las fases de las obras y demás condiciones. A los pocos días, por correo, trasladamos esta información al Director General de Patrimonio.

Como consecuencia de la reunión del día 4 de enero, la Junta Directiva de nuestra Asociación acordó elevar a nuestra Asamblea de Socios, celebrada el 24 de marzo, una propuesta de aprobación de un texto solicitando a la Dirección General de Patrimonio que la reconstrucción del templo fuera mimética, evitándose en lo posible actuaciones que pudieran desentonar en el contexto urbanístico de Valderrobres y en el edificio. El texto, una vez aprobado, fue remitido al Gobierno de Aragón. Iniciándose una etapa de incomunicación que se solventó el día 31 de mayo, en que mantuve una reunión personal en Zaragoza con don Jaime Vicente y con el Jefe de Servicio de Bienes Inmuebles, don Vicente Domingo, dándose un nuevo impulso al proyecto, al alcanzarse los siguientes acuerdos: a) la reconstrucción sería mimética, porque el edificio ya se había comenzado a reconstruir años atrás y para evitar el impacto en el entorno; b) el proyecto de obras sería encargado al arquitecto don Luis Ángel Moreno, autor de la memoria valorada; c) el Gobierno de Aragón aceptaba la propuesta de la Diócesis de Zaragoza y se comprometía a aportar el 50 % del coste de las obras (del que descontarían las ayudas privadas que pudieran obtener, incluida Ibercaja), mientras que el Ayuntamiento y la Diócesis aportarían el 25 % cada uno; d) dentro de su parte, el Ayuntamiento pagaría los costes de la redacción del proyecto de obras (inicialmente 42.000 €), que debería redactarse lo antes posible; e) y nuestra Asociación debería comunicar a la Diócesis y al Ayuntamiento que les tocaría aportar unos 300.000 € a cada uno y que si, antes de seguir, estaban dispuestos y podían afrontar estos gastos.

El 4 de junio de 2005 la Junta de REPAVALDE celebró una reunión con Julián Godes y con Carlos Fontanet, en la que se les transmitieron los términos de la reunión mantenida con el Director General de Patrimonio. Los representantes del Ayuntamiento aceptaron las propuestas y en concreto aseguraron que el Municipio se haría cargo de los costes del proyecto de obras y que el resto del dinero hasta completar los 300.000 € lo conseguirían de una u otra forma, a través de otras ayudas, al objeto de no gravar las arcas municipales. Por nuestra parte comunicamos al resto de las partes (incluidos todos los grupos municipales) los acuerdos alcanzados y a los pocos días la Dirección General de Patrimonio remitió un borrador de protocolo de acuerdo para su estudio y firma.

El 24 de junio de 2005 la Diócesis de Zaragoza daba su visto bueno y el Consejo Diocesano para Asuntos Económicos acordó autorizar las obras de reconstrucción de la iglesia parroquial, posponiendo la decisión definitiva a la redacción y firma de un convenio, en el que se indicara el coste real del proyecto, la distribución del gasto y la forma de pago, rechazando, por tanto, la firma de un protocolo previo.

El 16 de julio de 2005 me reuní de nuevo con el Director General de Patrimonio del Gobierno de Aragón, a quien transmití el acuerdo alcanzado por el Consejo Diocesano, quedando de acuerdo en anular el protocolo y posponer la firma de un convenio hasta que la redacción definitiva del proyecto de obras permitiera conocer con exactitud todos sus extremos. Además el Director General, visiblemente molesto con los representantes municipales por una visita a Valderrobres no atendida, inquirió para que el proyecto se redactara con urgencia, ya que, en los presupuesto de 2006, ya contaba con 300.000 € para las obras. En los días siguientes mantuvimos reuniones con todos los grupos políticos del Ayuntamiento de Valderrobres para hacerles llegar la información transmitida por el Director General y limar algunas reticencias surgidas desde el grupo municipal del PSOE. A principios de agosto la Corporación Municipal, de manera oficial, encargó el proyecto de obras al arquitecto.

En ese verano fue cuando don Manuel Ureña fue nombrado arzobispo de Zaragoza y, de manera inmediata, el 29 de agosto, nos recibió en Zaragoza a José Orona, David Marta y a mí mismo. El arzobispo comprometió su palabra para hacer posible la reconstrucción del templo, aportando 300.000 €, y aceptó la invitación para visitar Valderrobres el día 17 de septiembre por la tarde, visita que fue muy fructífera puesto que el prelado pudo observar directamente el estado en el que se encontraba el templo y se reafirmó públicamente en su colaboración.

El 28 de noviembre de 2005 el arquitecto presentó el proyecto de reconstrucción del templo, cuyo presupuesto ascendía a 1.267.489,87 €. El proyecto, analizado por la Junta Directiva de REPAVALDE, que lo valoró de manera muy positiva, pasó a la Dirección General de Patrimonio, donde durante el mes de diciembre fue estudiado de forma concienzuda por el arquitecto don Félix de los Ríos, que lo consideró excesivamente agresivo para el edificio, proponiendo algunas modificaciones, todo lo cual, provocó que el convenio no pudiera firmarse a tiempo para que las obras pudieran incluirse en los presupuestos del año 2006. El 1 de febrero de 2006, Joaquín Gil y yo mismo nos reunimos en Zaragoza con don Félix de los Ríos y conseguimos que rebajara sus objeciones y el día 7, tras una reunión con el arquitecto, la DGA aceptó darle el visto bueno sin ninguna modificación. El 28 de marzo el proyecto llegó a la Comisión Provincial de Teruel, que introdujo dos modificaciones: una de carácter técnico sobre las terminaciones de las cornisas y otra de oposición a la apertura de un rosetón en el lado sur del tercer tramo, ya que no se disponía de ningún documento que atestiguara su presencia. Con estas objeciones se procedió al visado, que no se efectuó hasta que, en el mes de junio, el Ayuntamiento depositó los 60.000 € correspondientes a los honorarios de la dirección técnica. Este retraso fue debido a las negociaciones que estuvo realizando el alcalde Julián Godes con la vicepresidencia del Gobierno de Aragón para conseguir los fondos correspondientes a su parte en el convenio; negociación en la que también fue decisiva la mediación del arzobispo de Zaragoza.

SE EJECUTAN LAS OBRAS
Con este camino despejado, la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón remitió a las partes un borrador de convenio, en el que, entre otras cosas, se establecía que las obras se realizarían de una sola vez con un coste máximo de 1.300.000 €, repartido de la siguiente manera:
Patrimonio DGA: 33,77 % 439.056 EU.
Dpto. Presidencia DGA: 18,46 % 240.000 EU.
Ibercaja: 21,50 % 279.500 EU.
Ayuntamiento: 4,77 % 61.944 EU.
Diócesis: 21,50 % 279.500 EU.

Las cantidades atribuidas se cargaron a los presupuestos de 2005-06-07-08. En el caso concreto de la Diócesis y Dirección General de Patrimonio de la DGA a los presupuestos de 2007 y 2008 y en el caso del Departamento de Presidencia a los presupuestos de 2006. La cantidad atribuida al Ayuntamiento correspondió al pago del proyecto de obras. Esta cantidad se gastó de la subvención concedida por el Instituto Aragonés de Fomento para el arreglo del entorno de la iglesia y el castillo (que en total ascendía a 170.000 EU). La firma del convenio fue aprobada por el pleno del Ayuntamiento de Valderrobres del día 18 de julio y en la misma fecha también lo aprobó el Gobierno de Aragón.

El 8 de septiembre se publicó en el Boletín Oficial de Aragón la convocatoria de licitación de obras y el 10 de noviembre se adjudicaron a la empresa de Castellón "Estudio de Métodos de la Restauración de Bienes Inmuebles Histórico-Artístico" por un importe de 1.112.523,29 €.

Las obras comenzaron durante el mes de marzo de 2007. En primer lugar se procedió a desescombrar el tercer tramo y seguidamente se continuó desmontando el muro de separación que se había levantado en el siglo XIX, con el objetivo de poder reaprovechar las piedras que lo formaban. Una vez derruido se separaron los bloques según su uso (losas, tejas de piedra, elementos ornamentales, piedras talladas de arcos, bloques de relleno...). También se realizaron catas geotécnicas con el fin de comprobar la solidez del subsuelo y se levantaron todos los tejados. Las obras contemplaron dos aspectos básicos: las labores especializadas y las tareas de albañilería. La parte especializada corrió a cargo de un equipo de picapedreros y técnicos, cuya tarea fue tallar las piedras para su encaje en el edificio y la limpieza cuidadosa de los elementos ornamentales. La albañilería la ejecutaron un grupo de obreros, que estuvieron trabajando básicamente en los tejados y en la limpieza de los muros. También intervino una empresa especializada en la colocación de andamios. En las cubiertas se levantaron los diversos tipos de tejas que se habían añadido, se sanearon los desagües y se colocaron diversas capas de protección para evitar humedades y vegetación, depositando sobre el hormigón las losas de nueva fabricación (en la nave) o las viejas (en las capillas). También se levantó y saneó todo el tejado de la sacristía, volviendo a colocar otra vez las primitivas tejas de arcilla y se adecentó y cerró con una claraboya el acceso desde la escalera de la tribuna al tejado, permitiendo la entrada de la luz natural.

En el campanario se quitó la caseta del reloj, que había sido construida hace unos cien años, se saneó la terraza y se restituyeron algunas almenas, se cerraron todos los accesos a las aves y se recuperó el reloj de sol. En el tercer tramo se levantaron los muros, las bóvedas y la plementería, se cubrió sobre un cielo raso y se abrió un nuevo rosetón. Por el exterior se excavó un pozo y se instaló una bomba de agua para eliminar automáticamente las humedades del lado norte. El plazo previsto de ejecución de las obras era de 18 meses, pero se prolongaron casi dos años.

Durante las obras surgieron algunos problemas que fueron resueltos gracias al trabajo en equipo de la empresa adjudicataria, del arquitecto Luis Ángel Moreno, que hizo un seguimiento semanal de las obras, del aparejador José María Coronas, que casi cada día visitó el edificio y del arquitecto de la Dirección General de Patrimonio, Félix de los Ríos, que defendió el proyecto como si fuera propio. De todos los conflictos surgidos conviene que quede memoria de dos:
a) A finales de 2007, el alcalde de Valderrobres, Carlos Boné, consiguió que la Diputación Provincial de Teruel, dentro de los fondos que destina a obras en las iglesias de la provincia que pertenecen a la Diócesis de Zaragoza, presupuestara 36.000 € para la sustitución con vidrieras de colores el alabastro de los rosetones y ventanas de la iglesia, pero la decisión fue vetada por la Vicaría de Asuntos Económicos de la Diócesis, aduciendo que el templo de Valderrobres ya había recibido una gran cantidad de fondos para su restauración.
b) Durante el verano de 2008, cuando había que cerrar los muros del tercer tramo, la Comisión Provincial de Patrimonio continuaba oponiéndose a la apertura de un rosetón en el lado Sur, pese a la opinión del arquitecto, del aparejador, de los técnicos de la empresa constructora y del propio arquitecto de la DGA, por lo que en representación de la Asociación REPAVALDE les remití un escrito en el que, en base a motivos artísticos, estilísticos, históricos e incluso arqueológicos, defendía la apertura de dicho rosetón, que finalmente fue ejecutado, aunque sin tracería, por no haber de momento (sigo buscando información en diversos archivos) constancia fidedigna de la que pudieran tener originalmente.

SE INAUGURA EL TEMPLO
Como hemos visto en los primeros párrafos de este largo artículo, las relaciones entre el poder civil y el poder eclesiástico no eran todo lo fluidas que deberían cuando, de lo que se trataba era de intereses comunes. Esas desavenencias florecieron de nuevo con motivo de la inauguración de las obras, ya que el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón y la Diócesis de Zaragoza, por separado y sin contar con las otras partes, comenzaron a preparar los actos de inauguración para diferentes fechas, el 4 de abril por un lado y el 7 del mismo mes por otro. Finalmente con nuestra intermediación se consiguió poner de acuerdo a las partes, aceptando unos la fecha de los otros (día 7 de abril) y los otros el horario de los unos (19 horas), eso sí reservándose en cada caso la organización de su parte del acto: el Gobierno de Aragón el acto inaugural oficial (discursos y concierto de la coral de Beceite) y la Diócesis de Zaragoza la celebración eucarística (incluida la participación de la coral de la parroquia), llamando poderosamente la atención que a las 10 de la mañana del día 6 el arzobispo aún no hubiera sido invitado oficialmente al acto civil.

Con el templo ya concluido, debemos afirmar que el pueblo de Valderrobres se merecía la restauración. Y al hablar del pueblo no me refiero tanto a los habitantes actuales (que también) sino a los habitantes pretéritos, a los que levantaron el templo con su esfuerzo pecuniario, con sus impuestos y donaciones al señor temporal de su territorio, a aquellos que año a año, siglo a siglo contribuyeron a mantenerlo en pie y a mejorarlo según los gustos de cada época y por último a aquellos otros que vieron impotentes como el edificio se deterioraba hasta ser derruido con la ilusoria idea de su inmediata reconstrucción. También recuerdo a esos otros, con los vicarios de turno a la cabeza, que tramitaron inútiles expedientes y solicitudes para devolverlo a su aspecto anterior. Todos ellos juntos y en común unión, representados por los valderrobrenses de ahora, estuvieron en la iglesia a la hora de la inauguración.

El pueblo, como conjunto de individuos pasados y presentes, fue el protagonista de todo el proceso y nuestros representantes políticos y eclesiásticos, como administradores temporales de nuestros impuestos y donaciones tuvieron el mérito (no siempre presente en todo tipo de autoridades) de hacerse eco de la demanda popular, canalizada con más de 7.500 firmas, presentadas a la Diócesis y a los representantes de la soberanía popular en las Cortes Autonómicas, que a través de una Proposición No de Ley instaron al gobierno a ejecutar la obra.

Pero, mirando hacia atrás, debemos agradecer el respaldo que en todo momento prestaron los grupos políticos presentes en nuestro Ayuntamiento (PAR, PP, PSOE, CHA) y su mediación para lograr el apoyo de sus matrices (representadas por doña María Herrero, don José María Moreno, doña Maite Pérez y doña Nieves Ibeas) a la Proposición No de Ley en las Cortes de Aragón. Es justo recordar el aliento recibido del entonces equipo de gobierno municipal, encabezado por el alcalde Julián Godes, el teniente de alcalde Pedro José Sauras y el concejal de cultura Carlos Fontanet. Si el papel jugado por doña María Herrero fue básico, tanto por la acogida y por el cariño que nos dispensó, como por las gestiones que realizó, es justo señalar que una gran parte del mérito de lo realizado recae en el Director General de Patrimonio, don Jaime Vicente, quien, además de avalar el proyecto desde el primer día, nos orientó en los pasos a seguir para hacerlo realidad y posibilitó la aportación de los fondos sociales de Ibercaja. Ampliándose este reconocimiento a todo el equipo de la Dirección General y de la Comisión Provincial de Patrimonio, y en especial al arquitecto don Félix de los Ríos, que en todo momento buscaron y apoyaron las alternativas restauradoras más adecuadas. También debemos resaltar la buena disposición y el entusiasmo de otras personas, como el Sr. Arzobispo de Zaragoza, don Manuel Ureña, que apenas aterrizar en la Diócesis, se apresuró a personarse en nuestro pueblo y se comprometió a impulsar la obra y a aportar su parte del presupuesto; animando además a don José Ángel Biel, vicepresidente del Gobierno de Aragón, quien, a través de su Departamento, facilitó los fondos que en un primer momento debía asumir (y no podía) el Ayuntamiento de Valderrobres.

Sea para todos ellos y también para los medios de comunicación, que actuaron como altavoz de nuestras reivindicaciones, nuestro agradecimiento y el de los miles de valderrobrenses que no pudieron ver en vida la recuperación de un elemento esencial de nuestro patrimonio cultural.

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