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RESEÑA SOBRE PEDRO LÓPEZ DE OTEIZA Y SU FAMILIA

Manuel Siurana Roglán

      Coincidiendo con las celebraciones de la Semana Santa de 2005, se cumplió el 7º centenario de la muerte de don Pedro López de Oteiza, que falleció el viernes previo al domingo de Ramos del año 1305, permaneciendo de cuerpo presente durante toda la semana posterior a la espera de ser sepultado el día de Pascua. En dicho día sus restos fueron enterrados al pie del altar mayor de la primitiva iglesia, aproximadamente bajo el actual altar, donde una lápida aún le recordaba antes de la restauración.

      Con Pedro López terminaba su dominio en Valderrobres el linaje familiar de los Oteiza, nobleza de segundo nivel, que comienza a estar documentada a partir de un personaje del siglo XI llamado Aznar Fortuñones, que tiene como hijo a Jimeno Aznárez, primer señor de Oteiza y de otras localidades situadas en las inmediaciones de Pamplona, a quien sucedió Aznar Jiménez de Oteiza, que tuvo como primogénito a Guillem Aznárez de Oteiza, que, en 1157, cambió su vasallaje al rey de Navarra por el rey de Aragón, dejando de ser señor de Oteiza, aunque mantuvo dicho apelativo.

      Uno de sus hijos, Pedro López, se convirtió en el primer miembro de esta familia que fue señor de Valderrobres, tras casarse con Sancha Robert hacia 1212; teniendo tres hijos: Lope Guillem, Martín Pérez y Jimeno Pérez, quien era alcalde del castillo de Valderrobres en 1238. Lope Guillem heredó la tenencia y se la transmitió a su hijo Pedro López de Oteiza (que repetía el nombre del abuelo).

      Pedro López de Oteiza llegó a ser un personaje relevante, ya que casó con Teresa, hija del rey de Aragón Pedro III el Grande, lo cual le elevaba en la práctica a un estatus de alta nobleza, equiparable a las personas más influyentes del reino, como quedó demostrado cuando, en 1301, el rey Jaime II contó especialmente con él para hacer frente a la renacida Unión.

      Su muerte sin descendencia, en 1305, abrió una larga crisis de dos años en la tenencia de Valderrobres, que se la disputaron el rey y el arzobispo de Zaragoza, a pesar de su testamento en el que indicaba que "… dejo heredero mío únicamente al obispo de Zaragoza que es y por tiempo será de la Peña de Aznar Laganya y del castillo y villa de Valderrobres… De manera que el señor obispo pague los cien mil sueldos indicados en mi testamento… Y si no quiere pagar dichos cien mil sueldos… antes quiero y mando que el señor Rey de Aragón que ahora es y por tiempo será herede dichos lugares pagando antes los dichos cien mil sueldos…"

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